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Extracto:El aparente desajuste que existe entre el fuerte crecimiento de indicadores como el empleo o los ingresos fiscales en España frente a una subida del PIB más tenue de lo esperado despierta recelos y ha abierto un debate sobre qué factores se esconden detrás de esa brecha estadística.
El aparente desajuste que existe entre el fuerte crecimiento de indicadores como el empleo o los ingresos fiscales en España frente a una subida del PIB más tenue de lo esperado despierta recelos y ha abierto un debate sobre qué factores se esconden detrás de esa brecha estadística.
El propio Gobierno ha hablado esta misma semana de un “desacople” que califica de “inusual”, “llamativo” y “anómalo”, en palabras del secretario de Estado de Seguridad Social, Israel Arroyo, y también el Banco de España reconoce la existencia de “discrepancias” entre unos datos y otros difíciles de encajar por el momento.
Diversos analistas y expertos coinciden en que las tasas de crecimiento económico y las de mejora del empleo y los ingresos fiscales suelen ser próximos, pero el ritmo al que suben hoy por hoy es notablemente distinto según las estadísticas oficiales.
Una de las opciones con las que se especula es que el cálculo del PIB no se ajuste correctamente a la realidad, lo que ha colocado bajo el foco al Instituto Nacional de Estadística (INE), responsable de elaborar unas cuentas nacionales que son, a su vez, la base de las estimaciones de otros organismos.
La presión en torno a su trabajo se ha recrudecido y han surgido ya algunas críticas por las recientes revisiones de sus propias proyecciones: en julio avanzó un repunte del PIB del 2,8 % en el segundo trimestre del año, pero finalmente rebajó el crecimiento a un leve 1,2 %.
Menos pronunciada fue la revisión (en este caso al alza) de sus estimaciones para el tercer trimestre, cuando avanzó un crecimiento del 2 % y posteriormente lo incrementó hasta el 2,6 %.
“Es verdad que ha habido revisiones de mucha entidad, como la del segundo trimestre, pero no es algo infrecuente en otros países, desde el punto de vista de la comparativa internacional no nos debe sorprender. Y además, estamos en un entorno de incertidumbre tremenda”, defendió a finales de diciembre el director general de Economía y Estadística del Banco de España, Óscar Arce.
El banco central asume “sin ningún tipo de cuestionamiento” los datos del INE, considerados oficiales, aunque admite que se detectan “divergencias” entre la evolución de la actividad económica y el empleo.
Arce señaló que ya han analizado esta cuestión y enumeró algunos factores que pueden “arrojar algo de luz”, entre ellos que la economía nacional esté registrando cambios estructurales que costará tiempo contabilizar adecuadamente, como por ejemplo el teletrabajo -con efecto en las horas trabajadas- o el desplazamiento de la actividad comercial del mundo físico al “online”.
“Al haber más operaciones por internet que con billetes, tiende a aflorar actividad que pasa a engrosar el volumen de impuestos recaudados”, argumentaba.
Del lado de los ingresos fiscales -que aumentaron cerca del 19 %, más de lo previsto- apuntó por ejemplo a algunos de sus componentes, como las transacciones inmobiliarias de viviendas de segunda mano, que sí generan recaudación pero cuyo impacto en el PIB es marginal.
Otra posibilidad que también algunos ponen encima de la mesa es que las diferencias se expliquen por el lado del empleo, con empresarios que hayan contratado por encima de lo necesario debido a una visión “demasiado optimista” o que la reactivación sea más fuerte en sectores menos productivos como la hostelería y los servicios.
El Ejecutivo, por su parte, desliza la idea de que el INE puede acabar revirtiendo esta situación con futuras revisiones del PIB, y reconoce que con los números actuales en la mano lo que existiría es una caída de la productividad.
“Es cierto que esta brecha en productividad es la mayor entre los países de la UE, pero dadas las diferencias existentes no puede considerarse como estadísticamente significativa”, arguye en declaraciones a EFE el responsable de Análisis Económico de BBVA Research, Rafael Doménech.
Doménech -doctor en Economía por la Universitat de València- considera que el empleo no es una variable que resuma “los efectos tan heterogéneos” provocados por la covid-19, y defiende la medición del PIB como el indicador más adecuado para recoger la evolución económica.
No obstante, opina que el PIB “tiene margen de mejora”, pero insiste en que “no hay que presuponer que las mejoras en la medición vayan a reducir las divergencias a corto plazo con las distintas estimaciones disponibles de la evolución del empleo, que también tienen sus problemas”.
“Es importante no tener una visión sesgada de unos indicadores frente a otros, ni para sobreestimar ni para infraestimar la intensidad de la recuperación”, advierte.
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